La psicoterapia analítico funcional (FAP) se basa en los principios del análisis de conducta, el conceptualismo funcional y el conductismo radical. Estos principios se aplican en la relación terapéutica de manera funcional, no mecanicista. El enfoque se adapta a las necesidades y circunstancias específicas de cada paciente.
A partir de principios funcionales básicos y reglas terapéuticas claras, los autores de la FAP desarrollan una terapia centrada en lo que ocurre dentro de la consulta. Esto permite crear relaciones personales intensas y profundas entre el terapeuta y el paciente. El terapeuta no es solo un observador pasivo, sino un agente activo e integral en el proceso de cambio del paciente.
La FAP promueve una generalización funcional hacia la vida diaria del paciente. Los cambios y aprendizajes de la consulta se trasladan a la vida cotidiana del paciente. Así, el paciente puede experimentar mejoras significativas en su bienestar general y en su capacidad para manejar situaciones reales.
Además, la FAP enfatiza la autenticidad y vulnerabilidad del terapeuta. El terapeuta se muestra como una persona real, con sus propias emociones y experiencias. Esto facilita una conexión genuina y profunda con el paciente. La autenticidad crea un ambiente de confianza y seguridad, donde el paciente se siente libre para explorar y trabajar en sus problemas más profundos.
En resumen, la psicoterapia analítico funcional combina principios conductuales sólidos con una aplicación flexible y adaptativa en la relación terapéutica. Su objetivo es producir cambios dentro de la consulta y promover una generalización funcional que mejore la vida diaria del paciente.
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